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El problema de tener los ojos siempre abiertos

Llamamos lagoftalmos a la incapacidad de cerrar los ojos por completo, un problema que, tal y como señala la Dra. Cristina Míguez, oftalmóloga en la Unidad de Ojo Seco de Central Ocular, provoca una desprotección del globo ocular: “De este modo, la superficie ocular queda expuesta ante agentes externos que pueden amenazar la integridad del ojo, a la vez que resulta imposible lubricar suficientemente bien el globo, lo que causa sequedad e incluso puede llegar a afectar a la calidad de la visión”.

 

Esta causa, frecuente en quienes padecen parálisis facial, cursa con una sintomatología similar a la del ojo seco, como la sensación de arenilla y el enrojecimiento del globo y, a la larga, podría incluso llegar a provocar dolor y visión borrosa.

 

“El lagoftalmos se da cuando el nervio facial se ve afectado, además de por una parálisis, por un tumor, un trauma o alguna otra causa que le impide transmitir la información necesaria al músculo orbicular, encargado del cierre de los párpados. Pero también puede estar provocado por causas mecánicas que no afectan al nervio, como sucede en la laxitud o la retracción palpebral, cuando se tienen ciertas cicatrices provocadas por algunas intervenciones quirúrgicas, o en el caso de quienes sufren de “ojos saltones” o exoftalmos provocado por un aumento de la presión tras el ojo”, explica la oftalmóloga.

 

El tratamiento oftálmico es en principio sencillo si los síntomas no perjudican la calidad de vida del paciente, ya que consistirá básicamente en lubricar la superficie ocular. “Esto lo hacemos mediante la indicación al paciente para que use lágrimas artificiales y fuerce el parpadeo, ya que este hecho obliga al ojo a lubricar. Por la noche, es probable que sustituyamos las lágrimas por lubricantes en forma de geles o pomadas e, incluso, podemos aconsejarle que se tape el ojo afectado con una suerte de parches húmedos”, afirma la Dra. Míguez.

 

El uso de gafas de sol que protejan la superficie ocular también puede ser de ayuda, sobre todo, en zonas donde el aire puede facilitar que entren cuerpos extraños en nuestros ojos.

 

Son raros los casos en los que es necesario llevar a cabo una cirugía de corrección, pero cuando la imposibilidad de ese cierre palpebral se alarga en el tiempo es una opción. “En este caso debemos estudiar qué tipo de cirugía es necesaria según la causa del lagoftalmos, ya que podemos implantar una pesa en el párpado superior para obligarle a que baje, elongar el tejido palpebral, anclar el párpado inferior al reborde del hueso lateral o elevarlo mediante un lifting. Pero para cualquier operación dejamos pasar un tiempo prudencial ya que muchas veces este problema se resuelve sin necesidad de intervención quirúrgica”, concluye la experta de Central Ocular.