Cuando se va a ser madre, la mujer sabe que se va a enfrentar a una importante serie de cambios, tanto psicológicos como físicos. Desde el punto de vista de la oftalmología también se producen cambios que muchas futuras mamás desconocen. Sin embargo, es relativamente frecuente que las embarazadas noten un empeoramiento de la visión, que se torna en borrosa, además de padecer ciertas molestias oculares. “Una afectación provocada por los cambios hormonales que originan un aumento de la retención de líquido también en el interior de nuestros ojos, algo que puede afectar a la córnea y al cristalino, causando cambios en su grosor que afectan directamente, sobre todo, a la acomodación en visión cercana”, explica la Dra. María Alarcón, de la Unidad de Retina y Vítreo de Central Ocular.
En la mayoría de los casos, estos cambios son leves y transitorios y desaparecen unos meses después del parto, por lo que la experta recomienda no cambiar la graduación de las gafas, salvo excepciones que siempre serán indicadas por el especialista.
Sin embargo, siempre debemos consultar con el especialista cuando además de la visión borrosa aparecen otros síntomas, tales como: fotofobia, moscas volantes, visión doble e incluso ceguera temporal. “Estas pueden ser señales de una afectación más grave, como la preeclampsia, una hipertensión que puede aparecer tras la semana 20 de embarazo y que sufren entre el 3 y el 5% de las gestantes”, indica la oftalmóloga.
Además de esta visión borrosa, las embarazadas pueden verse afectadas por una importante sequedad ocular, motivo por el que muchas usuarias de lentillas tienen una peor tolerancia hacia ellas. “Este problema se suele solventar con el uso más frecuente de lágrimas artificiales, siempre prescritas por el oftalmólogo. También durante la gestación se suele estar más expuesta a padecer ciertas infecciones, como la conjuntivitis, por lo que el especialista recomendará tratamientos adecuados para cada caso”, apunta la experta de Central Ocular.
En el caso de las afectadas previamente por problemas oculares, como el glaucoma, miopía magna, u otras patologías como diabetes e hipertensión, es recomendable que hagan un control oftalmológico trimestral: “Con él podemos detectar cualquier cambio importante en la evolución de la enfermedad o en su afectación, además de prevenir el riesgo de desprendimiento de retina durante el parto”, concluye la Dra. María Alarcón, que no duda en insistir en que la mejor prevención siempre son las revisiones.
También hay que tener en cuenta que las embarazadas afectadas de toxoplasmosis pueden ver afectada gravemente su visión, llegando a sufrir pérdidas importantes que podrían ser irreversibles. De ahí que haya que tener un especial cuidado en estos casos y vigilar muy bien la dieta que haya indicado el ginecólogo, con la que además se mantendrán a raya tres factores de riesgo más: la glucemia, el colesterol y la hipertensión, que no solo afectan a la madre, también al feto.