Sabemos que la vista es un sentido muy importante en nuestras vidas, sin embargo pocas veces hacemos prevención e intentamos conseguir un diagnóstico precoz mediante las necesarias revisiones oftalmológicas.
Pero, ¿cuándo deben hacerse? Repasamos este calendario las revisiones básicas y los trastornos o afecciones oculares más comunes que podremos prevenir.
Hablamos de las más comunes, porque si por ejemplo durante el primer año de vida los padres ya detectan en su hijo síntomas como lagrimeos frecuentes, desviación de uno o ambos ojos, reflejo blanco en la pupila o movimientos rápidos de los ojos deberán acudir a un oftalmólogo sin demora.
También merecen especial consideración los pacientes diabéticos, ya que deberán hacerse revisiones que detecten una posible retinopatía diabética, complicación ocular de la diabetes que se produce por alteración de los vasos sanguíneos que irrigan la retina.
Calendario de revisiones
Entre los 2 y los 3 años todos los niños deberían pasar un control visual para prevenir la ambliopía u ‘ojo vago’, un defecto que padece en torno a un 3% de la población escolar y que de no tratarse a tiempo puede convertirse en un defecto visual permanente.
Este trastorno consiste en que el cerebro descarta la información visual de uno de los ojos por ser diferente a la del otro. Por eso, cuanto antes se detecte, más posibilidades de corrección hay, ya que de no hacerlo se puede llegar a perder la visión binocular, que es la que nos permite percibir la tridimensionalidad de los objetos.
Entre los 3 y los 5 años es posible detectar los trastornos oculares refractivos. Nos referimos a cuando el ojo no pueda enfocar correctamente las imágenes a determinadas distancias, produciendo una visión poco nítida o borrosa.
Gestos como fruncir el ceño, acercarse demasiado para leer un libro, guiñar los ojos o problemas con la lecto-escritura pueden dar pistas a los padres de que su hijo padece un problema de visión de este tipo.
En el caso de los errores refractivos, los más frecuentes son la miopía, la hipermetropía y el astigmatismo. En la miopía hay que tener en cuenta que muchas veces los casos se dan un poco más adelante, en torno a los 6 y 8 años, pero es interesante estar pendientes de aquellos pequeños con antecedentes familiares, ya que el componente genético es muy importante.
En el caso de la hipermetropía, es necesario corregirla con gafas si provoca sintomatología o si esta es muy alta, ya que de ella se puede derivar ambliopía y ojo vago. También el astigmatismo se suele corregir con el uso de gafas, y a medida que el niño crezca podrá optar por las lentillas y posteriormente por una cirugía refractiva.
Cuando los trastornos oculares refractivos se dan en adultos hay básicamente dos líneas de intervención: el implante de lentes intraoculares o las operaciones con láser (Lasik, Lasek…) Pero no todas las técnicas son aplicables a todos los pacientes, la elección de una u otra va a depender de factores como la edad, el grosor de la córnea, la graduación…
A partir de los 6 años es recomendable llevar a los niños a una revisión cada 2 o 3 años, en el supuesto de que este no se haya visto afectado por ningún trastorno ocular anterior. En estas edades, los padres estarán también muy pendientes de posibles retrasos en el aprendizaje, ya que en gran parte de los casos estos se deben a un problema de visión.
A partir de los 40 años, las personas que no han tenido nunca problemas oculares deben comenzar ya a hacerse revisiones anuales. Es ahora cuando comienza la presbicia o vista cansada y también cuando necesitamos a hacer mediciones de la presión ocular para detectar el glaucoma.
En el caso de la presbicia, es necesario por lo general recurrir al uso de gafas para poder leer bien debido a una pérdida de la capacidad de enfoque del cristalino, que es la lente del ojo. Pero hay otra alternativa, y es una intervención que consiste en el implante de una lente intraocular que permite una visión nítida a cualquier distancia, y prescindir por completo del uso de gafas o lentillas.
El glaucoma, una de las enfermedades oculares más graves, ya que puede llegar a causar ceguera si no se recibe el tratamiento adecuado a tiempo, no suele dar síntomas en sus etapas iniciales. Si se diagnostica de forma precoz es posible detener sus consecuencias y evitarlas, pero una vez ha avanzado sus secuelas son irreversibles y solo podemos intentar frenar su avance.
Los antecedentes familiares de glaucoma, las miopías elevadas, la diabetes y tener más de 50 años dibujan el perfil de una enfermedad que afecta a millón de personas en España, siendo la segunda causa de ceguera. “El principal factor de riesgo es la hipertensión ocular, que produce un daño irreversible en el nervio óptico, que comienza afectando a la visión más periférica sin que el paciente pueda percibirlo. Si el paciente no se trata a tiempo, este acaba perdiendo la visión central”, explica la experta.
Hoy en día existen tratamientos que van desde la farmacología a las cirugías mínimamente invasivas. En el caso de la microcirugía del glaucoma que se realiza actualmente, esta “permite reducir las complicaciones quirúrgicas y mejorar el postoperatorio, además de poder intervenir con éxito a pacientes que años atrás tenían la enfermedad incontrolada”, explica el Dr. David Antolín, Director Médico de Central Ocular.
A partir de los 60 años, teneos que vigilar la Degeneración Macular Asociada a la Edad (DMAE), enfermedad degenerativa que afecta a la mácula, que es la parte de la retina responsable de nuestra ‘visión central’. También en este caso, si no se trata a tiempo el daño puede ser irreversible.
Los antecedentes familiares, el tabaco, la hipertensión arterial, la arterioesclerosis y la exposición a radiaciones ultravioletas o dietas estrictas son factores de riesgo a la hora de padecerla, aunque no hay modo de prevenir su aparición porque va a asociada al envejecimiento.
Hoy contamos con fármacos antiangiogénicos que permiten obtener buenos resultados y, en casos más avanzados y con peor control, se puede emplear una terapia de láser térmico, “pero todo depende del tipo de DMAE que tenga el paciente”, matiza la Dr. Antolin.
No podemos dejar de hablar de las cataratas, ya que antes o después, afecta todas las personas. Estas se producen por el envejecimiento y se trata de la pérdida de transparencia del cristalino.
“La única solución es una intervención de microcirugía ocular en la que se procede a la dilución del cristalino mediante ultrasonidos y a su posterior sustitución por una nueva lente”, explica el Dr. Antolín, uno de los pocos cirujanos que realiza en la actualidad de manera rutinaria cirugía microincisional sub1-mm en todo tipo de cataratas en España. Una operación de menos de 15 minutos y con anestesia a base de gotas con la que el paciente se incorpora a su vida normal de inmediato.
Por cierto, la creencia todavía extendida de que la operación debe retrasarse lo más posible es un error, de hecho es contraproducente.