Existen muchas patologías oculares en sus primeras fases son asintomáticas, es decir, que el paciente no nota que está perdiendo visión y sólo acude al oftalmólogo cuando los síntomas se presentan, lo que se traduce en que la enfermedad ya está avanzada y es más difícil recuperar esa agudeza o visión perdida.
“Los oftalmólogos recomendamos a nuestros pacientes que acudan una vez al año a la consulta para hacerse una revisión, ya que en éstas conseguimos detectar precozmente enfermedades en etapas iniciales, de forma que el tratamiento es más efectivo e, incluso, se pueden revertir las pérdidas de visión” explica la Dra. María Acebes, responsable de la Unidad de Retina y Vítreo de Central Ocular.
La retinografía es una de las pruebas diagnósticas que se utilizan más habitualmente para detectar enfermedades relacionadas con la retina que permanecen asintomáticas además de para controlar la evolución de otras ya diagnosticadas, al proporcionar información muy detallada sobre el estado de estructuras fundamentales como la mácula, el nervio óptico, la vascularización de la retina, etc.
“La retinografía es una prueba diagnóstica no invasiva que nos permite identificar problemas oculares como la retinopatía diabética, edema macular diabético, la retinopatía hipertensiva, la degeneración macular asociada a la edad, el glaucoma, la retinosis pigmentaria y el nevus coroideo, entre otras” puntualiza la oftalmóloga de Central Ocular.
Los pacientes no necesitan una preparación previa para realizarse la retinografía. El oftalmólogo puede o no, dependiendo en ocasiones del tamaño pupilar del paciente, instilar unas gotas previas a la prueba para dilatar la pupila y obtener unos resultados más detallados. El retinógrafo está dotado de una cámara de alta definición que obtiene fotografías en color del fondo de ojo, incluyendo retina y mácula.
“En caso de que necesitemos también estudiar la vascularización de la retina en su profundidad, realizaremos una angiografía con fluoresceína. Es un proceso también vasado en la retinografía, ya que permite obtener fotografías de los vasos sanguíneos de la retina y su estado. Para esta prueba al paciente se le inyecta un contraste, que es la fluoresceína, que nos permite a los oftalmólogos obtener fotografías en alta calidad de los vasos normales de los patológicos y también si existe alguna rotura en los mismos. Hoy en día, incluso, podemos prescindir de la inyección de contraste realizando una angio-OCT” aclara la Dra. María Acebes.
Los pacientes que deben someterse a una retinografía de forma periódica son:
- Pacientes diabéticos
- Personas con hipertensión arterial
- Pacientes con defectos refractivos como la miopía
- Personas con antecedentes familiares de problemas oculares
- Mayores de 45 años