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GLAUCOMA AGUDO (Dr Maestre)

Es probable que en algún momento hayáis oído que cierto familiar o conocido padece una enfermedad ocular que se llama glaucoma. Incluso muchos sabéis que esta enfermedad tiene relación con “la tensión de los ojos”; que se puede tratar con gotas o requerir distintos tipos de procedimientos como el láser o la cirugía; o que, de no controlarse adecuadamente, puede llevar a la ceguera irreversible.

En efecto, con el nombre de glaucoma denominamos a grupo de enfermedades oculares caracterizadas por una afectación particular del nervio óptico (el “cable” que lleva la información desde el ojo a la parte del cerebro encargada del sentido de la visión). La persona que la padece sufre una reducción del campo visual (la “panorámica” que somos capaces de ver alrededor de aquello en lo que fijamos la visión) que, como hemos dicho, puede llegar a ser completa, irreversible, y causa de ceguera legal (glaucoma terminal).

El glaucoma se clasifica de diversos modos, según distintas características. Una clasificación muy útil es aquella que los divide en crónicos (de instauración lenta, progresiva e insidiosa) y agudos. Hoy nos vamos a parar en estos últimos, dado el interés que tienen desde el punto de vista de la prevención, así como el diagnóstico y tratamiento precoz.

La tensión ocular en el glaucoma agudo

Decíamos que, en la patología glaucomatosa, la tensión ocular tiene un importante protagonismo. Cuando hablamos de tensión, nos estamos refiriendo a la presión intraocular: el ojo, como cualquier cuerpo hueco cerrado, tiene una presión interna que viene determinada por una serie de mecanismos de producción y drenaje de distintos fluidos intraoculares. Pues bien, en algunas circunstancias, esta presión puede subir de forma brusca hasta cifras muy elevadas (en ocasiones triplicando o cuadruplicando los valores basales).

Esta combinación de rapidez de instauración y valores de presión tan elevados producen un intenso dolor en el ojo, asociados a síntomas visuales (visión borrosa, halos, fotofobia…) y enrojecimiento. Habitualmente el fenómeno se da en un solo ojo, si bien en una gran parte de pacientes hay riesgo de que se produzca en el otro. Este dolor es tal que muchas veces se irradia al resto de la cabeza, asociado a un cortejo vegetativo (náuseas, vómitos, sudoración…) hasta el punto de que en no pocas ocasiones se confunde con una migraña en los servicios de urgencias (con el retraso en el diagnóstico que esto conlleva). La presión tan elevada dentro del ojo, mantenida el tiempo suficiente, da lugar a un daño severo e irreversible en el nervio óptico, deteriorando enormemente la función visual. De igual manera, la presión ocular tan elevada puede dañar otras estructuras oculares, como el iris, la córnea o la retina.

Para saber más si eres propenso a esta patología y qué podemos hacer para prevenirla puedes hacer clic aquí.

Factores de riesgo del Glaucoma agudo

Entendido en qué consiste, esencialmente, un ataque agudo de glaucoma, es fácil adivinar la importancia de la prevención en una patología como esta. Pero ¿cómo sé yo si soy propenso (tengo factores de riesgo) para tener un glaucoma agudo? Pues bien, nosotros desde Central Ocular siempre vamos a recomendarte que hagas una revisión oftalmológica al menos una vez al año, pero conviene tenerlo especialmente presente en estos casos:

Personas hipermétropes

Los ojos hipermétropes son habitualmente más cortos de lo normal (el diámetro de la esfera ocular es más pequeño). En los ojos cortos, en ocasiones, hay un compromiso de espacios que impide que las zonas por las que sale el líquido del ojo (el humor acuoso, que se produce y se elimina de forma continua, algo parecido a la orina en el riñón) funcione correctamente. Si en un sistema cerrado de producción-filtración yo obstruyo la segunda, la presión del sistema aumenta. Y eso es lo que pasa en los ojos de algunos hipermétropes. Una cosa importante que debes tener en cuenta si eres hipermétrope y te has operado de cirugía refractiva es que el hecho de haber eliminado el defecto refractivo no significa que el riesgo de glaucoma agudo desaparezca, dado que las condiciones anatómicas de tu ojo no han variado con la cirugía. Esto es algo que tu cirujano ya habrá valorado en el estudio preoperatorio (incluso tratado profilácticamente, por ejemplo con láser), pero con el tiempo, el riesgo puede volver a hacerse patente

Cataratas avanzadas

La combinación de ojo corto y catarata evolucionada (nosotros las denominamos cataratas maduras) genera, de nuevo, ese compromiso de espacios que comentábamos antes. Sin embargo, la primera manifestación de las cataratas no suele ser el glaucoma agudo, afortunadamente, sino la pérdida de visión (recuerda, a veces empieza en un sólo ojo ¡vigila la visión de cada ojo por separado!). Pero precisamente por los problemas que pueden generar las cataratas maduras, es importante un seguimiento periódico una vez detectadas.

Antecedentes familiares

Una historia familiar de glaucoma, en cualquiera de sus tipos, supone un factor de riesgo para desarrollar esta enfermedad. No dejes de consultar si ese es tu caso.

Otros factores

Enfermedades sistémicas (no exclusivamente oftalmológicas) como la diabetes mellitus o algunas patologías inflamatorias pueden dar lugar a enfermedades oculares que pueden llegar a cursar con ataques agudos de glaucoma. En pacientes con anatomías oculares predisponentes, algunos fármacos pueden también inducir hipertensión ocular de aparición brusca, especialmente aquellos con capacidad de dilatar la pupila.

¿Y cómo lo tratamos? Esencialmente con la prevención, como hemos comentado. Para ello, una vez que detectamos que un paciente es susceptible de tener un glaucoma agudo, lo más habitual es que propongamos algún tipo de intervención, desde un tratamiento láser (iridotomía y/o iridoplastia) hasta una intervención quirúrgica (cirugía de catarata, vitrectomía, etc). Cuando el glaucoma agudo se instaura de forma súbita, es considerado una urgencia oftalmológica, por las devastadoras consecuencias que tiene sobre la función visual. En estos casos, el oftalmólogo recurre a una combinación de medicación y distintos procedimientos, como la comentada iridotomía láser. Este procedimiento se realiza en consulta, habitualmente con un láser Nd-YAG. Consiste en hacer un pequeño agujero en el iris, normalmente en la parte superior, para que el párpado evite la entrada de luz a su través (lo que podría ocasionar visión doble). Mediante este procedimiento se busca facilitar el drenaje del humor acuoso (uno de los fluidos intraoculares) para tratar de bajar rápidamente la presión intraocular. Una vez resuelto el cuadro, es probable que el oftalmólogo indique realizar una iridotomía de carácter profiláctico en el ojo contralateral.